jueves, 18 de noviembre de 2010

Hasta luego Charly

Ayer nos dejó, profesionalmente hablando, Carlos Moyá. Con 34 años y con sus mejores resultados muy lejos ya, el mallorquín decidió ayer dejar la raqueta a un lado.

Entre sus hitos, nos deja el de ser el primer español en alzarse con el número uno de la ATP, allá por el año 99. Lugar que monopolizó (¿?) durante dos semanas hasta que se lo levantó el ruso Yevgeny Kafelnikov (ahora todo un profesional del poker).

Pero también fue el primer español en llegar a la final del Open de Australia desde 1963, algo que logró en 1997. Y un año después, en el 98 logró la victoria en Roland Garros.



Vamos, que cada año nos dejaba una perlita. Y gracias a estos éxitos en la pista se convirtió en unos de esos deportistas anuncio. Relojes, cervezas (con su amiga la maquina lanzapelotas como coprotagonista) y las famosas Natillas Danone a las que muchos deportistas pusieron cara con resultados dispares.

Sin embargo, tras su fugaz paso por el número uno del tenis mundial los resultados comenzaron a brillar por su ausencia. Aunque todavía quedaban por llegar dos perlas con las que dar aún más lustre a su palmarés: la Copa Davies de 2004 y el Torneo de Madrás de 2005.

Pero además un buen currículum en las pistas, se labró uno importante entre las mujeres: estuvo cuatro años con Patricia Conde y hace unos meses tuvo su primera hija con su actual pareja Carolina Cerezuela. Vamos, que mal ojo no tiene.

Ahora, para dedicarse a su familia se despidió entre lágrimas, aunque a nosotros nos hubiese gustado más que lo hubiese hecho con el mítico "hasta luego Lucas" que soltó tras la final de Australia 1997.

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